Los voluntarios de Pastoral Penitenciaria expulsados recurren al Papa

"Estimado Hermano Papa Francisco". Así comienza la carta remitida al Santo Padre por los 35 voluntarios de Pastoral Penitenciaria expulsados por el Delegado Episcopal de Asturias, el jesuita José Antonio García Quintana, con la excusa de una reorganización de este servicio que se presta en la cárcel de Asturias. Los 35 voluntarios, entre los que se cuentan dos sacerdotes y seis Hermanas de la Caridad, piden al Papa ser por lo menos recibidos por García Quintana o por el Arzobispo de Oviedo, fray Jesús Sanz Montes, con el fin de recibir una explicación de su expulsión, sin pretender siquiera ser readmitidos en sus anteriores cometidos.

"Fueron inútiles nuestros intentos por conseguir que se nos aclarase el motivo de una medida tan grave (la expulsión), especialmente para los internos que bruscamente se vieron privados de todos los servicios que les veníamos ofreciendo. Han transcurrido ya seis meses y, a día hoy, ni el Delegado, ni el señor Arzobispo han accedido a recibirnos, ni siquiera a contestar a todos los escritos que les hemos enviado. Pese a nuestra insistencia, solo hemos recibido silencio, un silencio muy duro, tras llevar a cabo una decisión que consideramos muy grave, desproporcionada e injusta", reza la carta.

"Por todo ello, acudimos hoy a Usted, Hermano Papa Francisco, porque nos sentimos injustamente tratados, ignorados y doloridos, no solo por nosotros, sino sobre todo por los muchos presos que quedaron desamparados y privados de unos servicios que apreciaban y valoraban mucho (...) Desperdiciar así un equipo preparado, comprometido y formado durante muchos años para una tarea pastoral, difícil y de frontera, la Iglesia actual no se lo puede permitir.", dice la misiva.